Una parroquiana de Asunción, muy ofuscada me dice: ¿Puede el representante de un poder no tener idea clara de sus actos?
Según la TGC, todo poder lleva una ignorancia sistémica.
A nadie le sorprende en nuestro país escuchar decir a los representantes de poderes, “no tener idea” de sus actos, hechos y prácticas relativas a un ministerio o función gubernamental en el que se esté desempeñando. Más bien, lo llamativo sería que hubiera claridad en dicha institución…
Esta es la característica de los países pobres y subdesarrollados, amarrados por autóctonos disfrazados de políticos en el manto de un partido.
“Aquí hubo corrupción en la función sin empacho”, afirmó la mujer.
Claro, no hay duda de su aceptación, pero falta la voluntad del primer poder para buscar la verdad que debe primar en toda democracia social de derecho, tan vociferada en todas las esferas de nuestro país. Hasta hoy movido al amparo de la ignorancia y corrupción, cometidos ahora en declaraciones de representantes sin “idea”. Tal vez esperando, como siempre, escudarse en la famosa frase “yo no sabía nada”. Frase imposible de aplicar a cualquier funcionario público, en concordancia de la lucha anticorrupción y la frase “caiga quien caiga”.
Según el artículo 106 de la Constitución, así como los convenios y acuerdos internacionales en la lucha anticorrupción y el artículo 8 del Código Civil, nadie puede alegar ignorancia de todos sus actos.
“En fin, si hay un poco de principio ético, desde su conocimiento y formación, debe dar un paso al costado. Y más aún si participa en una comunidad donde la moral es tratada igual o tal vez más a
al propio derecho en la sociedad”.
Lo cierto, el perjuicio está a la vista del pueblo, como una joya más, hoy ante el mundo de necesidades, por la pandemia, demostrando que la corrupción sí tiene ideas.
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