La sociedad siempre trata de
mostrar e incentivar sus valores
para formar en ideas a sus nuevos habitantes.
Hoy, ésta labor, se encuentra prácticamente
monopolizada por la invasión del cine y la televisión, donde los valores que más venden, resultan ser
los más destructivos; por la sencilla razón de pensar solo en divertir y entretener a las masas. Un
procedimiento, al parecer necesario para lograr mantener la economía capitalista, sea ésta de izquierda o de derecha.
No obstante, los hechos que se
suceden en la actualidad, tienen algo interesante al ser difundidos a la
velocidad de la luz, hasta el último rincón del mundo: Se conoce la vida
y sus intereses, con repetición, iniciativa y hasta aprendizaje inmediato.
Ahora bien, sería bueno
preparar a la juventud, para distinguir y aprender a valorar todos los
acontecimientos, en su real dimensión. Comenzando de la misma política, sin importar
ideología. Porque la política nunca
dejará de existir, sea cual sea la forma de civilización. Sobra ésta
afirmación, sin embargo, parece necesaria e imprescindible, en toda ruta del
progreso, recordarla para afianzar las instituciones
democráticas.
Ahora, con el curacionismo y sus valores: claridad, libertad y virtud; bien
podríamos pensar que lo primero es comenzar a curar al país de su enfermedad, que
es la corrupción.
Hacer saber y enseñar a los
niños y jóvenes, como llegar a la claridad;
a formular ideas, en libertad,
buscando la justicia de acuerdo a nuestras posibilidades sociales.
Ver nuestra economía, la salud y la buena voluntad
de trabajar, como lo primordial.
Puede llevar mucho tiempo;
posiblemente años, para poder cambiar la falsa ética y la consecuente falsa política, que está destruyendo y
usando como caballito a la ignorancia, al servicio de los poderes fácticos de
compra de conciencia. Dejando a los votos
en democracia, en un estado de circunstancia sin valor; para luego cargar
al pueblo con los resultados y
tormentos.
Ese pueblo que clama y protesta; pide justicia sin cesar, sea gritando,
trabajando o aguantando. Todas pueden ser formas válidas y legítimas, de resistencia y defensa del Estado de
derecho.
Para superar el mal mundial de
la corrupción, el curacionismo pone
a la Teoría General de la Corrupción (TGC),
al servicio público, como mecanismo
institucional y doctrina jurídica, que establece criterios puntuales para
disminuir la corrupción en el poder.
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