Me llamó
una parroquiana de Fernando de la Mora y me dijo: —Alegando el interés general
es como se perfecciona la corrupción sistémica, normalmente en Paraguay…—refiriéndose
al metrobús.
Según la
TGC, la ignorancia tiene sus grados en todo poder. Con esta claridad, libertad
y virtud nadie puede disentir en el mundo civilizado, y con mayor razón dentro
de un Estado social de derecho, en democracia. Con ganas de vivirla
verdaderamente sin ignorancia de la ley y el derecho, que son los hacedores de
toda corrupción sistémica, a nivel mundial.
Por eso, el
Estado debe tener claramente identificados a los responsables de las obras
públicas, de estructura vial, transporte y otros servicios públicos. No
fomentar una cadena de tercerizaciones e incumplimientos que se heredan de
gobierno a gobierno; siendo el pueblo, el principal pagador y perjudicado por
tales contratos.
—Ahora nosotros comprendemos la necesidad
que hay en todo el país. Pero no aceptamos la burla y la mentira de la
subcontratación ¿Eso solo ocurre en Paraguay?
Hemos
progresado en gran medida todos, en todo el país. Por lo menos ya no vivimos
callados ante las maniobras de los llamados funcionarios “públicos” pero con
ínfulas de monarcas. Tal es así, que hasta los votados como representantes en
el parlamento, ya se van concientizando también de su condición minoritaria
frente al gran caudal de la crítica popular en tiempos de las comunicaciones.
Están queriendo
llevar la sucia realidad solo al bando contrario de turno, pero a la
hora de hablar con claridad, titubean, y siguen pretendiendo utilizar la
ignorancia so pretexto de la necesidad. Cuya solución parece planteada en una
caricatura de Mikey Mouse.
El derecho,
afortunadamente, nos faculta a intentar bajar la corrupción sistémica o gran
corrupción, cometidos en las funciones públicas cuyos resultados son estas
obras retrasadas; conducidas sin el más mínimo respeto del ambiente;
fundamental para hablar de desarrollo, y no de simples changas estatales para
repartir plata del Estado a los amigos.
—El abuso,
prolongado e indignado contra los frentistas y demás usuarios, resulta grave,
hasta si se quiere, una broma de mal gusto; hecho adrede—sentenció la indignada
señora.
Estamos en Latinoamérica
y nuestros antecedentes no colaboran; desde el más grosero desvío, hasta la más
simple simulación de un funcionario público arguyendo “error” han permitido
enormes perjuicios al erario, que posiblemente, también hayan enriquecido
ilícitamente a más de uno en esta bien distinguida Región del trópico.
Mientras
las instituciones sigan bailando “compás de la galopa” y los ciudadanos vivan
como caminantes sin rumbo; reinará la ignorancia con visos de interés general,
que siempre convence en sistemas de corrupción históricos, hasta a los más
previsores del cuarto poder.
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