Me explica
una parroquiana pilarense: “Lo subjetivo predomina en los gallitos políticos; camino seguro de la
corrupción”.
Según
la TGC, el poder en garras de la ignorancia, genera siempre injusticia.
Nuestra
democracia hoy nos permite, salir a
enfrentar a la antología de la
politiquería, en manos de los actores, cuyos únicos servicios residen en
solucionar sus propios problemas personales,
simulando, por medio de una ideología
parcial, una aparente y fiel asistencia social.
Decía
esta honorable ciudadana: “Como si faltara argumento,
hasta el tiempo hace eco a favor”.
Esta claridad, libertad y virtud, va
mostrando el fondo de las supuestas transparencias en boca de los “chicos listos”, tan promocionados,
cuyos intereses económicos, dejan grandes perjuicios al desarrollo social; al
dogmatizar los bienes económicos de
todos, a favor de unos pocos poseedores del poder.
Ya
medio ofuscada, me repite esta honorable dama: “Si la acción social se utiliza como cortina
de campaña, para mi es corrupción”.
Sin
duda hay corrupción sistémica,
cuando se utiliza los cargos para beneficiarse él, o un tercero, o cualquier
otro indirectamente, por medio de
las decisiones de poder, utilizando para el proselitismo, su lugar de trabajo
como funcionario.
Esto
nos permite ver con claridad, los actos,
hechos y prácticas de los delitos autónomos de la corrupción sistémica, en
todo poder, al no respetar los propios principios
del Estado de derecho fundados en la Carta Magna, así como en los Acuerdos
de la lucha anticorrupción, suscriptos a nivel internacional, plenamente
vigentes por medio de los Tratados
ratificados.
“Por
más que los animales, como el gallo cantan puntualmente, no creemos
en soluciones mágicas”, sentenció la
señora.
El bien común, pasto de cultivo de toda
democracia, debe ser cuidado por los ciudadanos, poniéndolo a salvo de la gran corrupción sistémica.
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