Un parroquiano del Bañado Sur, allá cerca de Cateura, me preguntaba:
—“ ¿Los
actos individuales son un elemento de la corrupción sistémica?”.
Según la Teoría General (TGC), la ignorancia tiene grados y
puede fácilmente ocultar las acciones de cualquier poder, en toda democracia
con libertad de acción y pensamiento.
Todos los actos, hechos y prácticas de quienes están en el
gobierno y son responsables de administrar la cosa pública, al transigir una
ley, para hacer primar su voluntad, favoreciendo a terceros, ya sean éstos
partidos, asociaciones o amigos de naipes, caen en corrupción sistémica: por
los hechos cometidos o ejecutados transgrediendo la norma.
Su investidura como autoridad le prohíbe tal inobservancia,
por lo cual debe ser responsable ante la sociedad.
Definitivamente se debe superar la idea, según la cual “los
que mandan, en las cabezas de los poderes no son funcionarios públicos”. Según
la Carta Magna y otras leyes, ellos son los primeros obligados de reconocer y
respetar los principios constitucionales. —“De
lo contrario estamos ante una tiranía al servicio de los pocos y perjuicio de
los muchos”—me repetía este bañadense
de corazón democrático.
El atropello de una Ley, otorgándole una interpretación
interesada, conduce a la injusticia para la población, la cual, al servirse de
la estructura de poder, se convierte en corrupción sistémica de alto voltaje.
Demostrando ignorancia instrumentalizada por un poder, que atenta contra los
propios mandatos constitucionales.
—“Ahora recién estamos
arrepentidos”—afirmaba el parroquiano—“Nos
damos cuenta de lo equivocado del discurso de la transparencia: Ante la
claridad, la libertad y la virtud. Porque avasalla en nombre de la democracia,
colocando al estilo de peón de estancia a los candidatos, tratando de imponer
ideologías parciales por medio de la ignorancia”.
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