Una parroquiana me explica: “En Asunción las instituciones públicas sirven de juego permanente con sueldo”.
Según la TGC, la ignorancia, al usar las instituciones, se convierte en corrupción.
Estamos en la época donde los políticos sin teoría, comienzan a explicar la generalización de los problemas locales y nacionales en la TV y la Radio. Al final los panelistas medio los echan de tantas barrabasadas al querer solución de boca.
“Aquí todos conocemos la verdad, que la corrupción hace la regla, en cualquier emprendimiento”.
Los negocios públicos están monopolizados a favor de los dueños del país, pero la simulación persiste, por la falta de organización y práctica de la política verdadera. Entonces, al final, lo pagamos todos cuando comprobamos los perjuicios causados en los presupuestos de estas instituciones, que viven a la deriva en democracia social de derecho, buscando un nuevo rekutu a los cargos.
“Ahora con los interventores internacionales anticorrupción, van apareciendo la poca o nula lucha real”.
La costumbre hace ley, es el aforismo predominante, siempre estamos acostumbrados a la mentira piadosa, para beneficiar a la gente, ya sean acomodados o peligrosos, cuya obra maestra es sacar ventaja de su función pública, que si alguien denuncia, toda la estructura política lo excluye, privándolo de apoyo y hasta de respeto, entre sus pares y sin pelos en la lengua, dicen “cada proyecto lleva implícito una ventaja a favor de alguien y si eso no tenemos en cuenta, aquí estamos sin voz, pero tal vez con votos…”
Ante tal situación, ¿qué oportunidad tiene el ciudadano social?
Los votos pueden traer solución a un Estado para cambiar los actores políticos, pero si ese pueblo está movido por la necesidad, la injusticia y la compra de conciencia, en manos de los autóctonos, sería un juego más de la ignorancia y la corrupción.
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